EL FUTURO DEL TEATRO


Comenzaré mi exposición dando una definición general del término principal de mi estudio actual ‘’teatro’’ procedente del diccionario ANAYA ‘’Lengua Española. Primaria’’ VOX: ‘’género literario que abarca las obras que se escriben en forma de diálogo para ser representadas en un escenario’’; otra definición más subjetiva es la que nos proporciona F. Gómez: ‘’el teatro es la palabra, la aptitud, el gesto, la acción, la mirada... Todo el conjunto de una manera de expresión viva’’.

A continuación nos disponemos a realizar una breve evolución histórica del teatro desde sus orígenes hasta la actualidad.  El teatro como tal se ha utilizado con tres fines distintos: para celebraciones religiosas, para difundir ideas políticas y como entretenimiento.  Los orígenes del teatro los podemos encontrar en la antigua Grecia y Roma con autores como Esquilo o Sófocles; seguidamente tendríamos el teatro medieval con especial importancia de lo religioso, luego llegamos al renacimiento donde la reforma protestante puso fin al ciclo de teatro religioso y se instauró el teatro neoclásico que como su nombre indica supone una vuelta a la antigüedad, a lo clásico, en este apartado no podemos olvidarnos en España de una gran obra como ‘’La Celestina’’ que aún hoy en el siglo XXI se sigue representando actualmente la magistral NuriaEspert se mete en la piel de Celestina; en Francia encontramos figuras como Moliere y en Inglaterra Shakespeare.  En el siglo XVII podemos destacar el Siglo de Oro español con figuras como Calderón de la Barca o Lope de Vega, como en el XVIII encontramos autores como Steele o Moratín, en el XIX tenemos una nueva corriente literaria, el Romanticismo cuyo quizá principal exponente sea Goethe, ya para adentrarnos en el siglo XX citaremos el teatro inglés y en todas las figuras que hemos estudiado este año: OsbornePinterBeckettKane, etc.

FUTURO Y TEATRO 
Cuando se aborda la cuestión de la función del arte en la sociedad, las discrepancias y la discusión, enconada o furiosa incluso, están servidas. Pero si, dentro del marco del arte en general, reducimos el espectro a lo que convencionalmente denominamos artes escénicas –ambigua definición porque casi siempre conlleva la identificación de ‘escénico' con prefijados modelos de escena/escenario y sus obligadas connotaciones estéticas, que, a su vez, obligan incluso a limitaciones espaciales y de percepción de la propuesta que se ofrece-, el problema a menudo deriva por otros derroteros que reconducen teorías y atrevimientos –ineludibles y necesarios atrevimientos- por el camino más prosaico de lo posible, lo hacedero. La condición de arte colectivo y efímero y los elevados costes de producción comparados con su amortización o rentabilización en sala, junto con los nulos o meramente testimoniales apoyos institucionales, imposibilitan casi que se pueda producir una continuidad en un trabajo de investigación y búsqueda que dure más allá de lo que la generosidad y el riesgo de jóvenes colectivos – jóvenes como colectivos y jóvenes por la edad de sus componentes- puedan establecer durante cortos períodos de tiempo. Cortos para el propio desarrollo de su trabajo; cortos para la permanencia de los integrantes del equipo artístico empeñado en la aventura, la indagación, la insistencia; y, desde luego, no cortos, cortísimos y a todas luces insuficientes para introducir en la sociedad la novedad de sus trabajos, hacérselos comprensibles, y generar públicos adictos con la suficiente capacidad para defenderlos y establecerlos.